Niños
Los andadores: ayuda... sólo para los padres


Dr. Francisco Cañada
Especialista en pediatría y Puericultura

Desde hace muchísimos años, el andador está incorporado en la familia como un elemento más de los que necesita un niño pequeño.

Cada día aparecen de diferentes formas, con adminículos agregados y más sofisticados y visualmente más agradables. Esto significa que se siguen usando, a pesar de que la gran mayoría de los pediatras contraindiquen su uso. Pero esta contraindicación no es caprichosa ni sólo se debe a una nueva moda. Nada de eso.

Desde hace tiempo se viene insistiendo en no colocar a los niños en los andadores, pero la costumbre de su uso está muy arraigado en las familias, quienes encuentran en el andador un "artefacto rodante" que por momentos les da seguridad a los padres de que a su hijo no le ocurrirá ningún accidente mientras ellos cocinan o se duchan, y también serviría para estimular el aprendizaje de la marcha.

Si bien mientras están dentro del andador están parcialmente contenidos, esta situación crea en los padres cierto grado de seguridad que los torna poco atentos a los desplazamientos del niño
y, a pesar del andador, pueden ocurrir accidentes, como volcar al encontrar un pequeño obstáculo en el piso.

Además todos sabemos que estos pequeños exploradores del mundo por descubrir, siempre encuentran la manera de llegar a esos lugares que parecían inaccesibles y así ocurre el accidente.

Lo anterior sería el aspecto familiar, pero veamos un poco más lo médico.

Este tiene dos puntos de vista que serían desde la ortopedia y desde la maduración neurológica.
Los niños son colocados en los andadores entre los 6 a 8 meses, edad en la que todos sabemos que no están en condiciones ni de caminar ni de mantenerse de pie. Puesto en el andador, el lactante
adopta forzadamente la bipedestación sobre pies, rodillas y caderas que, aún de constitución osteocartilaginosa, no se encuentran en condiciones de soportar el peso, más aún si son grandes, lo que determinaría la posibilidad de anomalías en los miembros inferiores.

Además no permite el desarrollo de los músculos de los miembros, ya que la pierna y el muslo se encuentran parcialmente flexionados. El andador actúa como un "bastón", así que todos los
mecanismos implicados en el aprendizaje de la marcha no logran un efectivo desarrollo.

El niño al comienzo camina "como corriendo" ya que va en busca de su centro de gravedad para mantenerse parado y no caer, por otro lado, el poco tiempo que permanece quieto, mueve los
pies como balanceándolos para que la presión sobre la planta del pie lo ayude a mantener el equilibrio.

El tercer elemento sería la mirada: el niño la dirige hacia el piso buscando otro elemento para mantener el equilibrio. En resumen, la búsqueda del equilibrio, la presión sobre las plantas de los pies y la mirada hacia el piso no serían desarrolladas convenientemente con el uso del andador.

Por lo tanto, se trata de un aparato desarrollado para los padres donde el niño pasa gran cantidad de horas y en casos extremos a veces hasta dormita sentado.

Dr. Francisco Cañada
Especialista en Pediatría y Puericultura

 

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